11 marzo 2007

Excremento aqui????


Dicen que los ricos no se ensucian. Que su caca huele a rosas y limón. Dicen que incluso algunos ni siquiera cagan.

Déjenme contarles algo. Hoy, en el club más exclusivo de Lima, pedazos de excremento humano flotaban cual botecitos de juguete en su gran piscina olímpica. Sí, la piscina que fue remodelada hace un par de años, con tecnología térmica para regular la temperatura del agua al gusto del clima imperante, albergaba en una esquina partículas amarronadas que parecían chocolates Princesa que algún niño descuidado dejó caer. No eran chocolates. De eso estuve seguro minutos después de ver pasar a mi lado, libre y relajado, uno de esos pedacitos. Pero sí creo que fue un niño descuidado el que, inhabilitado por el inminente desfogue de la materia comprimida en su intestino, decidió dar libertad a sus esfínteres y depositó dentro del agua clorada una inmensa mierda apelotonada, que el propio cloro se encargó de separar. Hubo pedazos flotando, ya les dije que lo comprobé, por todos lados. Pero la alerta máxima, la que me hizo finalmente reaccionar, fue el alarido de un niño de unos doce años quien, con aspavientos de alguien que se está ahogando, gritábale al salvavidas de turno, excremento!! excremento!! hay excremento en la piscina!! Pueden imaginar la cara del salvavidas: desencajado por no saber a quién tenía que salvar, si al niño que parecía ahogarse, o al mojón que flotaba campante y hacía huir a la muchedumbre acuatizada como si fuese un tiburón acechando la costa.

Salí de la piscina para calmar al buen hombre, quien da su vida por otras vidas, e informarle con calma y de manera oficial que, efectivamente, había caca en la esquina oeste de la gran piscina olímpica. "Por favor señor, podría avisarle a alguien de limpieza que recoja la caca?". "Sí, sí, claro. Un momentito". El pobre salvavidas se enfrentaría, esta vez, a una misión que jamás le tocó vivir antes, y para la cual nunca fue entrenado. Al no encontrar a nadie de limpieza en ese momento, y ante el griterío creciente de niños, jóvenes, padres y madres húmedos, que señalaban las coordenadas exactas de todos y cada uno de los mojones, el salvavidas decidió encarar el problema por sí mismo. Dejó el flotador a un lado y agarró firmemente el mango del limpiapiscinas. Bordeó la piscina mientras recojía los pedacitos más pequeños, dejando para final la batalla más dura: Un extraño pedazo de mierda descansaba al fondo de la esquina oeste. Debió ser tan compacto que no contenía aire ni gas alguno que le permitiera emerger. El hombre-héroe rascó el fondo para asegurar que no quedara nada pegado, y rescató de las aguas un mojón del tamaño de un menhir. El salvavidas caminó cuidadosamente, mientras sostenía el mojón con el limpiapiscinas, hasta el tacho de basura más cercano y arrojó el vil excremento a su posteridad. En ese momento, la muchedumbre que se había concentrado alrededor del evento, rompió en vítores y aplausos para el héroe que había, una vez más en su larga carrera al servicio de la gente, salvado un material orgánico de las inclemencias del agua. Sólo que esta vez no había salvado a un inocente nadador, sino a un tremendo pedazo de mierda. Y él lo sabía.

3 comentarios:

Javicentrico dijo...

Que "cague" de risa
alucina ...
y el niñiyo gritaba
"excremento"
que hubiera gritado un niño
en agua dulce???

Escuchando: Perae by Banda Beijo

Eduardo Eneque dijo...

Nunca había leido una relato sobre un mojón tan bien relatado y estructurado...

Y pensar que algunos usan la piscina para mear, y el que no lo haya hecho que tire la primera piedra y otros como este niñito diarreico para cagar...

Perséfone dijo...

Y, ¿por qué ya no escribes?