06 noviembre 2006

Como me cuesta

Hace tiempo que escribí mi último blog y, desde entonces, no he podido escribir nada que pueda terminar.

Hace tres semanas, nos sentamos en un café, frente al brumoso mar que se fundía en gris melancolía con el más incoloro de los cielos. Mi gran amigo, mi partner literario, y yo. Nuestras PCs portátiles dándose la espalda, y las teclas sonando con intermitencias. No conseguíamos fluidez en nuestra escritura. Las ideas, las palabras, las frases brotaban por chorros, pero grandes burbujas de aire impedían que salieran con muda elocuencia. Me regodeé comentando las grandes ideas de relatos que ya tenía iniciados. Una página, uno, tres párrafos, el otro. Pero mis ideas, qué soberbias, decía mi compañero, sin ocultar cierta envidia. No servía de nada. Si la idea no decantaba en palabras sobre el papel, eran sólo interesantes pero aéreos argumentos.

Si quiero ser escritor tengo que escribir. Escribir aunque no tenga ganas. Aunque las ideas se traben o el colesterol de la imaginación sabotee el flujo de las frases. Y por eso hago esto ahora. Escribo porque tengo que escribir. Escribo y me duele. El dolor de quien va al gimnasio por primera vez y todo le pesa el doble. Cuesta mucho hacer disciplina. Nunca pude pasar del segundo mes en un gimnasio. Espero que el ejercitar mi mente y mi creatividad merezcan algo más que dos meses. Si no, para qué vivo.

07 julio 2006

Quisiera ser más valiente

Como para no dejar de pensar en lo que viene después de esta vida, hoy me tocó enfrentarme a mi primera experiencia definiendo mi misión de vida, que no es lo mismo que explicarme por qué vivo. Por qué vivo? No tengo idea. La explicación científica del acto de procrear, enlace espermatozoide y óvulo, es sólo la definición del proceso de vivir. Explica el comienzo de ese proceso. Pero la misión? Quién la sabe? Ni siquiera sabemos hablar cuando nos expulsan a este proceso llamado vida. Cómo vamos a saber para qué diantres estamos aquí. Hoy, 34 años después de aquél evento llamado nacimiento, una guapa colombiana en sastre gris pasada los 40 me pidió que definiera para qué estoy aquí. No creen que es un poco tarde, digo yo? Una vez leí un artículo, pasaje o no sé qué acerca de la posibilidad de empezar la vida absolutamente lúcido, con mucho conocimiento y plenas facultades físicas, mentales y comunicacionales. La historia sería distinta. Yo arranco con un plan. No estoy de improvisado y dependiendo de todo el mundo. Doy resultados inmediatos, defino una estrategia alineada a mi propósito de vida, definido por mí desde el primer minuto, y ciertamente influenciado por el entorno en el que inicio mi vida, pero nunca tan condicionado por el gran período de tiempo y de idioteces realizadas que pasas hasta definirlo cuando la situación es al revés, es decir, cuando nazco como un bebe inútil, mudo, cojo, manco, en fin, totalmente inválido física, mental y comunicacionalmente, asi como nos arrojan a la vida.

De cualquier manera, el ejercicio fue ciertamente incómodo. Creo que 34 años pueden no ser muchos, o ser demasiados, dependiendo del grado de optimismo o pesimismo con el que te enfrentes al ejercicio. Yo no me definiría como pesismista, pero me considero realista al aceptar que todo lo que escribí durante cinco minutos, luego de que la colombiana nos pidiera definir nuestra misión de vida, va a ser muy difícil de lograr luego de lo ya avanzado. No creo que sea un tema de tiempo. Es un asunto de renuncia. la clave es atreverse a renunciar. Renunciar siempre es un riesgo. Renunciar a un trabajo, renunciar a una relación, a un amigo, a un club, a un país. Toda renuncia es una pérdida, no necesariamente una ganancia. Muchos creen que si renuncio a algo al mismo tiempo estoy ganando algo. No es así. No lo puedes saber. Una renuncia sí significa un nuevo comienzo. Y todo nuevo comienzo puede intrincar grandes ganancias, pero también enormes pérdidas. Si yo renuncio a mi trabajo por dedicarme a escribir. Si yo renuncio al dinero que gano por una vida más apasible. Si yo renuncio al tiempo dedicado a la empresa por dedicarlo más a mi familia. Si yo renuncio al país en el que nací por otro en el que creo poder alcanzar parte de mi misión. Todo supone una pérdida y un nuevo comienzo. Todo implica un inmenso temor.

Quisiera ser más valiente.