09 enero 2007

Sans La Musique, La Vie Serait Une Erreur


Esta frase de Nietzsche describe perfectamente lo que para mí representa la Música. Lo escribo así, como nombre propio, porque la Música es una sola. Está compuesta por millones de elementos, los cuales a su vez también se componen de más elementos. La Música es, pues, un cuerpo en sí mismo, que tiene vida y genera vida. No poder sentir ese cuerpo abrazándome permanentemente es como advertir que mis venas se secan y no llevan más mi sangre.

Cómo explicar en tono menos melodramático lo que la Música significa en mi vida. Trataré de explicarlo de forma sencilla, repasando evidencias y no conceptualizando. Estoy escuchando una canción de Depeche Mode. Digamos "Behind The Wheel", la versión de estudio. Siento ese ritmo adentro. No me envuelve. Es al contrario, va llenando cada espacio vacío que tengo dentro del cuerpo. Como si estuviera cargando pesas y mis músculos se van hinchando hacia afuera. Mi piel se estira, se tonifica. Si veo lo que ocurre en un concierto, es peor aun ( o mejor). Además del efecto de hinchazón corporal, mis poros se cierran, y los vellos de mis brazos se erizan en un instante. Esto me puede ocurrir siempre con la misma canción.

Mis canciones favoritas? Depende de en qué minuto me haga la pregunta. He tenido canciones favoritas por días, otras por meses, otras años. Estas últimas suelen ser parte de la mayoría de mis cassettes o CDs grabados, combinadas con las favoritas del momento en el que el cassette o el CD fue concebido. Algunas de estas egoistas canciones, que no ceden su lugar a otras tan buenas y que estoy dispuesto a sacrificar por preservar a las engreídas, pueden ser "Fall at Your Feet" de Crowded House, "If You Leave" de OMD, "There is a Light That Never Goes Out" de The Smiths, "Enjoy the Silence" de Depeche Mode; y más recientemente "It's Not" de Aimee Mann, "Noah's Dove" de 10,000 Maniacs, "Elsewhere" de Sarah McLachlan, "Divine" de Mira, "Sonet" de The Verve. La lista podría ser infinita. De nuevo, si esto lo escribiese mañana, tal vez la lista cambiaría.

Lo cierto es que no puedo tener un segundo de no-pensamiento en el que la Música no lo llene. Esta espacio, tan escaso y preciado en estos días agitados de arduo trabajo y estrés que anulan la capacidad de pensar, es invadido por la Música. Ella logra colarse en mis neuronas y las llena para no morir en el bullicioso silencio del vacío mental. Así como el movimiento perpetuo del corazón permite que la sangre fluya en nuestras venas sin burbujas de aire, la Música proveniente del subconsciente o del más reciente consciente puebla mi cerebro para que los espacios en blanco no me originen una parálisis.

Dándome la licencia de parafrasear a Nietsche cuando dice "Sin la música, la vida sería un error", me permito inclusive alterar ligeramente la frase pero significativamente el mensaje: para mí, sin la música, sería un error vivir.

08 enero 2007

Las Cosas Simples (Parte 2)


Luego de algunas conversaciones y algunos comentarios dejados en mi blog, he logrado reunir cosas y situaciones muy simples que me causan felicidad real. Estas cosas y situaciones, sin embargo, no son determinantes y pueden cambiar repentinamente, si he de encontrarme con alguna cosa simple o verme envuelto en alguna situación simple que me causen real felicidad.

Tampoco quiero que esta lista se tome como una autodefinición. No creo que estas cosas y situaciones que me dan feliciad puedan definirme. Acaso sólo dejan asomar una muy pequeña parte de mí: la de los momentos felices basados en cosas simples. Existen muchos otras cosas y situaciones relacionadas a mí que pueden llegar a explicarme de manera mucho más exacta, y que no tienen necesariamente relación con la felicidad. Hace muchos años escuché una frase en una película irlandesa que me dejó marcado el verdadero concepto de la felicidad. No la recuerdo con exactitud, pero decía algo como "la felicidad como estado de ánimo no existe realmente. Nosotros tenemos momentos felices, que son escasos o muchos, dependiendo de las expectativas de cada uno, pero ellos, ni sumándolos nos permiten afirmar que somos felices, porque tampoco podemos afirmar que somos tristes". En este punto debo resaltar la maravillosa ventaja que tiene el español como idioma, ya que nos permite distinguir con verbos distintos entre el ser y el estar. Así, nosotros podemos "estar felices". Cuánto dure ese momento, ese estado, dependerá de la intensidad del estímulo que lo causó. Pero me parece demasiado pretensiosa la frase "soy feliz", por no decir que es una falacia.

En fin, aquí va mi lista. Si a alguien no lo hace feliz, me vale un cuerno.

1. Ver las olas reventar en riscos y piedras enormes y escuhar el sonido de la espuma al caer sobre ellos.
2. Terminar un libro maravilloso y abrazarlo por cinco minutos contra mi pecho.
3. Ir a una disco underground y bailar sólo al ritmo de las mejores bandas new wave y techno.
4. Caminar por la calle Isidora Goyenechea en Santiago de Chile, por la noche en silencio.
5. Tomar un espresso en un café con mesitas y sillas estilo parisinas, con un buen libro, mientras ausculto a la gente que pasa delante mío.
6. Tener tiempo para escribir y hacerlo (escribir, me refiero)
7. Revolcarme en la arena caliente después de salir del mar.
8. Jugar con mis uñas después de habérmelas arrancado
9. Recibir saludos por mi cumpleãnos de la gente que menos espero (la mayoría, ya que no hago muchos méritos para que se acuerde nadie).
10. Comer chocolates Frigor de Cailler (de los que vienen en pequeños y delgados cuadraditos).
11. Escuchar Nocturnos de Chopin para Cello y Piano mientras sostengo una buena conversación (esto suen un poco snob, pero qué puedo hacer, me da felicidad).
12. ... voy a pensar un poco más para encontrar otros ejemplos.

04 enero 2007

Las cosas simples

Hoy me fui a comer sushi con mi hermana y mi mejor amigo. Fue un almuerzo como cualquier otro. Bromas, conversaciones sobre conocidos comunes, algunos rajes entre rolls y uno que otro chismesito para terminar de sazonar los temakis. Sin embargo, de un momento a otro nos pusimos serios y solemnes. Creo que fue justo cuando T, mi amigo, lanzó el tema de su blog, luego de un ligero silencio que aparentemente lo incomodó. Buscó rápidamente un tema y encontró en la reciente actualización de su blog un tema que daba para volar. Y voló. Entre tecnicismos relacionados con el posting y el upload de fotografías, emergió súbitamente el asunto de su último posteo: las cosas simples que me hacen feliz. Mi hermana, exºerta en disfrutar de las cosas más simples (naturaleza, pequeños adornos, delicias gastronómicas de escuetos presupuestos) no dudó un instante para agregar a la ya interesante lista de cosas simples que dan felicidad a T, el hecho de saltar sobre un charco y notar su reflejo en movimiento mientras ella está en vuelo. Algo tan prosaico pero singular. Sin lograr traer de mi memoria alguna cosa, un objeto o situación que se acercase al salto del charco de mi hermana y que me diera real felicidad, empecé a preguntarme si sería capaz de ser genuinamente feliz al saltar un charco y ver mi reflejo al vuelo. Esta vez no dudé. Mi respuesta inpensada fue no. Eso defiitivamente no me da felicidad. Pero empecé a preocuparme al notar que no era la situación la que no denotaba ninguna emoción en mi lo que realmente importaba, total, el salto del charco tampoco está en la lista de T. Lo que me causó angustia fue comprobar que la simplicidad de esa situación era tal, que no me creía capaz de encontrar algo tan simple que me brindara un momento de felicidad.

Mi primera intención al empezar a escribir este post era hacer mi lista. Sí, mis top ten simple happiness moments. Ahora que releo lo que escribí me imagino que necesitaré un poco más de tiempo, introspectivo y cuestionador, para poder revelarme a mí mismo cuáles son las cosas por las que vivo y que sin esfuerzo, gasto ni dolor, me pueden hacer feliz, aunque sea por un segundo o, si tengo suerte, más tiempo. Ojalá encuentre mi lista. No es cuestión de deseo, es necesidad.